ESCULTURA

Manel Menéndez

He realizado exposiciones en Francia, España, México y Brasil:

Últimas exposiciones:
Biokianas, Sala Walter Benjamin, Portbou, mayo 2023
Biokianas, Casa Cultura Llançà, febrero 2023
XV Ruta de l’Art, Castellò d’Empúries, octubre 2022
XI TramuntanArt, Port de la Selva, junio/ julio 2022
Ind. Galerie Le Dôme, Port-Vendres, Francia, junio 2022
Col. Trobada d’Artistes, Banyuls, Francia, mayo 2022
Col. Trobada d’Artistes, Maureillas, Francia, mayo 2022
Col. Trobada d’Artistes, La terra, Girona, abril 2022
Col. Trobada d’Artistes, Castell Sant Ferran, Figueres, abril 2022
Col. Trobada d’Artistes, Castell Sant Ferran, Figueres, marzo 2022
+ exposicions 1986-2021

 

México D.F era un hormiguero de creación que me influenció. Hay en mi obra algo de dadaísmo, de arcaísmo, de variaciones sobre temáticas contemporáneas, pero está basada también en la observación de la naturaleza o de un viejo objeto rechazado.

En Beauvais, el profesor quería que empezara reproduciendo modelos humanos de yeso. Le respondí que deseaba alejarme de la peligrosa vanidad de ambicionar representar el mundo. Necesitaba que me guiara técnicamente para, en vez de copiar la naturaleza, imitarla. Sí, crear formas elementales como lo hace la naturaleza y así nacieron: La Mer, Torso, Negra sum, Delfín, … Formas redondas y orgánicas en consonancia con la tierra rural y de bocage del Pays de Bray, donde vivía. Esas esculturas voluptuosas de curvas blandas, alusivas y sensuales a las que la piedra o la madera daban calor, dieron paso a figuras angulares y frías, en hierro, que realicé en México. Curiosamente Nicolasito Pertusato anunciaba ese cambio. Fue la última obra realizada en Beauvais antes de instalarme en el D.F como prediciendo la agresividad de la ciudad más grande del mundo.

En Brasil, se volvieron más arcaicas, pero con vibraciones contemporáneas, siendo Dolor la más emblemática, ese rostro mudo pero tan extraordinariamente expresivo. Algunas se asemejan a tótems indígenas. Considero que lo arcaico es lo que, en nosotros, es lo más nuevo. Al regresar a Europa, he trabajado con el acero corten y las creaciones se han adaptado al material escogido. Se ha ido moviendo alrededor del tema de las Meninas. Como en un flash back que las une a Nicolasito y que éste ya anunciaba. Dejemos concluir a José de la Higuera. «Menéndez tiene ese arraigo entre el hombre, el paisaje y su contacto con la identidad humana que se proyecta en toda la temática de su obra con una asombrosa afinidad intuitiva.»
Este trabajo da sentido a mi vida, pero también deseo que el espectador pueda experimentar algún sentimiento al contemplar una de las obras.

OBRA PLÁSTICA

Arcaismo y totems

Figuras planas

Miss Meninas

Poesia visual

Ronde-bosse

Varios

«… «Dolor «
En un movimiento silenciosos de dolor, la cabeza se abandonada al sugrimiento, como si su expresión tocara el fondo de la soledad. La mirada sin rumbo, llena de un tormento infinito, la garganta anudada por un llanto contenido, y este grito interior que ya no espera el mínimo aliento, nos recuerda todas nuestras renuncias al amor fusión, al desgarro sin esperanza de esta cabeza-corazón a punto de estallar. Manel Menéndez firma aquí una obra digna de las «Mater Dolorosa» más expresivas.

Jean-Pierre Grau, guitarrista, concertista

«… «Dolor «
Hay en Manel Menéndez una inquietud arcaica, una inquietud de lo arcaico. El recuerdo más antiguo, es el dolor, el que nos vincula y nos doblega al mundo, el acto de nuestro nacimiento. Es la más antigua de nuestras pasiones vivas, siendo el amor la pasión original, aquella de la que nadie se recupera. El bronce « Dolor » ha conservado la huella de la consternación del individuo que experimenta en su propia carne que desea la muerte. El dolor nos forma y Manel Menéndez ha capturado ese instante en el que el desamparo retuerce el cuerpo, la angustia de existir se hace presente y la descubrimos vana e inevitable. El dolor toma cuerpo y Manel lo ofrece con compasión, ya que su trabajo es ese trayecto nocturno hacia los orígenes, hacia el que todos compartimos. Si los rasgos mismos de ‘Dolor ‘ recuerdan la erosión de las obras de las Cícladas, es porque, para evocar lo terrible, y siempre presente, el artista tan sólo puede recurrir al trabajo primitivo del pasado, como si en su exhumación, frente a nosotros, el rostro tenso se desgastara de los minutos y de los siglos transcurridos desde nuestro nacimiento. Lo arcaico es lo que en nosotros es lo más novedoso, creo.

Robert Amutio, escritor, editor


«… «La mer»
Manel busca lo que la piedra tiene de mar, el remolino pelágico que modela torsos, Afrodita o Apolo acéfalos rodados por el Mediterráneo. Existe también la sangre de Cronos mutilado por el mar, de donde nace Afrodita la sombría.
Manel, son los recuerdos de la infancia, en estas costas en las que jugábamos y perdimos nuestra infancia, los signos mágicos que nos envían, estos muertos, sacudidos en el vacío del mar. Fuimos un largo tiempo este niño solitario en el corazón del verano, silencio en las voces corales de familia y esa arena crujiendo bajo nuestros pasos en la que avanzábamos, esa sal que desgasta los labios y los párpados, la luz que nos rodea en la resaca de las olas. Es lo que vimos, retuvimos, es lo que nos hemos vuelto.
La ola se alza entre los hombres y he aquí «La Mer» de Manel, cuerpo elevado, acariciado, movimiento de alegría y de baile en el agua, ¡ Cuerpo feliz un instante petrificado! Como el mar presenció el nacimiento de las montañas, Manel Menéndez ha elegido la piedra que pasa, para testimoniar, cómo ser humano, de ese milagro de la persistencia, porque este mar tiene un destino, el de desaparecer perpetuamente en la arena de la memoria, para incansablemente orientar nuestros ojos en su certificado de nacimiento cargado de historia…
Tan sólo amamos por segunda vez. Y éste es el instante, como esos fosfenos que de niños hemos perseguido en el cielo, sobre la mar. ‘La Mer’ Manel es esta memoria, una cicatriz que arde… Entonces el mar nos deja o nos abandonamos en el mar, y el abandono firma la nostalgia de la orilla abierta, el compromiso a no ser cumplido, a ser reanimado. Nos convertimos en hombres y artesanos atormentados por el sueño del mar. Crecimos y después declinamos a su alargada sombra… Entonces, cuando finalmente volvemos a ser estos niños turbulentos y sabios, nos
merecemos esa felicidad ¿Iremos una mañana a este primer baño, bronceados por el sol, acercándonos lentamente al mar?
¿Y qué será la muerte si no ese coágulo de luz que rodará por nuestras arterias?

Robert Amutio, escritor, editor